Futurismo Canarias

Hoteles de antaño y de futuro en Canarias, el placer de los cinco sentidos

14 Ene , 2015  

Cuando los hoteles en Canarias vivieron su época de gran esplendor, mis abuelos aún no habían nacido. La palabra glamour o glamur sólo existía en francés, pero el concepto de lo glamouroso definía a la perfección el ambiente de sofisticación y distinción que se respiraba en los establecimientos más majestuosos de la época, construidos con todo lujo de detalles y en respuesta a las exigencias de la distinguida sociedad europea del momento.

Nuestros hoteles no sólo servían como elegante hospedaje para la refinada aristocracia europea, navegantes y famosos aventureros, científicos de renombre, ilustrados artistas, banqueros y grandes mercaderes que llegaban a nuestras Islas allende los mares. Además, eran el alojamiento idóneo para los primeros notables viajeros y turistas de bien que visitaban Canarias por nuestras bondades naturales y climáticas, ya conocidas en toda Europa.

A finales del siglo XIX el turismo comienza a tener un peso importante en la economía de algunas ciudades como Puerto de La Cruz, Las Palmas de Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife. Precisamente, en estas tres ciudades se erigieron los tres hoteles más emblemáticos y con más solera de aquel entonces, como ya lo era el Hotel Santa Catalina, el primero en construirse en la capital grancanaria, en el año 1890.

Seguidamente abrió sus puertas el Gran Hotel Taoro en Puerto de la Cruz, y en 1904 se inauguró finalmente el ya inexistente Gran Hotel Quisisana, en la capital tinerfeña, casi cincuenta años antes que el simbólico Hotel Mencey.

El servicio era esmerado y rimbombante, y sus imponentes salones eran los emplazamientos ideales para la celebración de banquetes de gala y reuniones sociales que congregaban a la florynata de la sociedad canaria de principios de siglo. Allí se podían contemplar numerosas y sublimes pinturas de los artistas canarios más prestigiosos y sus paredes barrocas eran testigos de los negocios más prósperos y pujantes que se desarrollaron en nuestra región a principios de siglo XX.

gran hotel taoroEl cuidadoso servicio de restauración que se ofrecía atendía a la perfección a lo que recogen hoy los manuales de la hostelería clásica y el protocolo. En el restaurante de los hoteles aún no se había popularizado el servicio de buffet, y los exquisitos manjares eran servidos a los comensales de distintas formas, de acuerdo a la naturaleza y características de los alimentos, así como el tipo de evento a celebrar. Se alternaban de manera ordenada y metódica el servicio a la francesa, inglesa, rusa o gueridón.

Los hoteleros más nostálgicos rememoran aquella etapa como la edad de oro de la hostelería y la mayoría de los profesionales con mayor antigüedad fueron formados en esta filosofía de atención sumamente servicial, cortés y ostentosa.

En mi caso personal, estudié hostelería y turismo con profunda vocación e imaginaba desde muy temprana edad esos hoteles de ensueño. La suntuosa realidad de aquellos fascinantes establecimientos se podía confundir con cuentos de fantasías, donde se garantizaba la felicidad extrema y el reconocimiento absoluto, tanto del huésped como del profesional que lo atendía. En mi ingenuidad soñadora de la infancia visualicé cómo sería el hotel del presente gracias a la historia de los hoteles del pasado. Atrás quedó el servicio sofisticado y grandioso para dar paso a hoteles menos ornamentados pero que cuidan una estética mucho más limpia y funcional.

Los hoteles del futuro ya existen, pero nada tienen que ver con espacios futuristas de diseño innovador y vanguardista. En realidad, son lugares mágicos donde trabajan personas dedicadas a hacer realidad los sueños y los caprichos de sus clientes las 24 horas al día. El factor emocional es primordial y se venden momentos felices para satisfacer sentimientos y sensaciones de alegría, placer, confort, entretenimiento, excitación y sosiego.

Dream Gran Castillo Resort

Una de las habitaciones del Dream Gran Castillo Resort, en Lanzarote.

No es por casualidad que en el marketing hotelero actual esté de moda usar un claim o nombre comercial con los términos ingleses «moments», «pleasure», «emotions», «dreams», «luxury»…, quizás porque estas palabras evocan la felicidad y el glamour experimentados desde los hoteles de antaño hasta los más modernos.

Ya se sabe que la felicidad es el placer de los cinco sentidos, y nada mejor que quedarse en un hotel de Canarias para poder llegar a experimentarla”

 

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Guacimara Magdaleno (@MagdalenoG) es socia fundadora de Futurismo Canarias (@fu_turismo) y directora en Futurcan

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Un comentario

  1. Buen artículo y bien documentado.

    Una pena el hotel taoro… Se animara alguien a ponerlo de nuevo en valor ?

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